Don Pedro Calderón de la Barca es nuestro principal dramaturgo barroco. Su teatro forma parte del patrimonio de la Humanidad, y así lo prueban las numerosas traducciones a las principales lenguas y las repetidas puestas en escena de sus obras en todo el mundo. En la obra de Calderón hay una pluralidad y variedad de niveles y registros, que van del más profundo drama filosófico y tragedia política de la ambición y el poder a la comedia de enredo, al complejo mundo lúdico de la risa de entremeses y mojigangas sin olvidar el monumento simbólico, de belleza singular, que son sus autos sacramentales. Nació en Madrid el 17 de enero de 1600 en el seno de una hidalga familia. A los diez años pierde a su madre, y cinco años después a su padre. A los ocho años inicia estudios con los jesuitas y después en las universidades de Alcalá y Salamanca, adquiriendo una sólida cultura creativa y de pensamiento, escribiendo su primera obra "Amor, honor y poder" en 1623. Aunque estaba destinado a ordenarse sacerdote, no lo hará hasta alcanzar la madurez de su vida. Su vinculación a la nobleza se ve salpicada por algunos escándalos como la implicación de los hermanos Calderón en el homicidio de Nicolás de Velasco el quebranto del convento de las Tinitarias. Estuvo presente en varias contiendas militares siendo herido en combate en la guerra de Cataluña.
En 1635 es nombrado director de las representaciones palaciegas y entra en contacto con el Conde Duque de Olivares, el Duque de Alba y Felipe IV, entre otros. Al los 51 años se ordena sacerdote obteniendo por ello distinciones, beneficios y mercedes. Disminuye su producción de teatro profano para los corrales pero aumentan sus piezas mitológicas y autos sacramentales.

Escribió teatro hasta el mismo año de su muerte en 1681 (a los 81 años, una vida muy longeva para la época).
Con la imaginación visual del gran dramaturgo, Calderón diseñó minuciosamente su entierro y honras fúnebres en un calculado espectáculo. Calderón escribió mucho teatro y muy variado, no sólo religioso, cerrado, imperial y paladín más puro código de honor, sino también el propio de un dramaturgo contradictorio y complejo que, con supremo dominio de la técnica dramática y escénica, construye un mundo teatral perfectamente estructurado y, en contraste, también el de enredo y pasatiempo. Hay un Calderón trágico con desdichas del honor matrimonial, los celos, la ambición del poder y mando, la historia del catolicismo o la guerra religiosa. El drama filosófico, el pensamiento barroco, los folletines novelescos, el teatro religioso - aparte de los auto sacramentales - y el histórico conviven en el universo calderoniano con comedias del mejor teatro de enredo, de capa y espada, de corral y palacio y no podía faltar en su obra el mundo lúdico de la risa. Todo ello le convierte en representante como nadie de las múltiples caras del teatro español del Siglo de Oro. Ningún sentimiento, ningún escenario humano queda fuera de la exploración moral e intelectual de Calderón. Su teatro fue utilizado con fines políticos por el primer franquismo, pero hoy ha revivido con nuevos directores y compañías que han devuelto al público el placer de los clásicos. Calderón vive y vive bien, "mas sea verdad o sueño, obrar bien es lo que importa: si fuera verdad por serlo; si no, por ganar amigos para cuando despertemos". (la vida es sueño).