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XIV FESTIVAL DE TEATRO CLÁSICO DE CÁCERES

El sol de junio, de la segunda quincena de junio, comienza a justificar los gruesos muros de piedra que en las casas y palacios de la Ciudad Monumental de Cáceres ayudan a esquivar el calor de las verticales horas que rodean al mediodía. El silencio ocupa el sitio del aire y todo se aplaza, esperando que las sombras alarguen su figura y el paseante recupere su camino en medio del lento despertar del vuelo de los pájaros.

La tarde avanza y las campanas refrescan con su sonido la vida de un festival que, una vez más, anuncia la largura de las noches más cortas del año. Cada calle, cada plaza, cede su espacio recoleto al público que se acerca a vivir de ese arte, que es el arte de la vida, y nos lleva hasta otra época, hasta otros sonidos, hasta otras indumentarias, hasta otras palabras dichas de forma diferente... al abrigo de una escenografía elegante y, durante estos días menos anacrónica, acogiendo las historias de su época.


 

Historias, nos contarán historias de honor y deshonor, de amor y desamor, de celos, de venganzas viejas y nuevas, gastadas y eternas, parte imprescindible de la esencia del hombre y su existencia.

Es el Festival de Teatro Clásico, sus representaciones del mejor teatro en las plazas de San Jorge y Las Veletas, la puesta en escena de pequeñas piezas teatrales en las plazas de San Mateo, Santa María, el Palacio de Carvajal, el Arco de la Estrella, la Cuesta de Aldana... invitan a pasear, a acercarse a la noche convertido en público excepcional del teatro de nuestros mejores dramaturgos, a pasear y a fijar la mirada en las gárgolas, en los pórticos, en los escudos que miramos tantas veces sin pararnos, a pasear y detenernos en busca del refresco o la vianda apetecida en alguno de los mesones o patios que parecen escondidos entre el laberinto de callejas y plazas de pétrea semblanza, pasear y sorprendernos con las escenas de una Celestina irreverente y mordaz en su ambición, o con el romance de la Casa del Mono con su final de sangre y locura, o el sonido de una voz que nos guía por un Siglo de Oro, con paso lírico, entre los ecos de un claustro palaciego. Es el Festival de Teatro Clásico de Cáceres. Es el tiempo de vivir en otro tiempo y dejarse llevar por los aromas que la noche recibe de las piedras y las flores. Es el tiempo de escuchar, entre los versos que declaman los actores, el susurrar de las estrellas que techan las noches mágicas que rodean a la noche de San Juan.